Sistema de cuidados: voces que importan
Ayer, en las ondas de Cadena SER Euskadi, ocurrió algo que a menudo evitamos: hablamos de cuidados. No de manera técnica, ni con frías estadísticas, sino con voces, con experiencias, con verdades que suelen quedarse dentro de las casas.
Fue un programa sencillo, pero lleno de fuerza, porque al escuchar a Soraya, a Carolina, a Ander y a Raquel, uno no podía dejar de reconocerse en sus palabras.
Lo que recuerda Soraya
Soraya abrió la conversación recordando algo que parece obvio pero que olvidamos con frecuencia: la dependencia y la vejez nos alcanzan a todos. No se trata de un problema ajeno, ni de una carga que corresponda únicamente a las instituciones. Cuidar es, en realidad, un asunto colectivo.
La experiencia de Carolina
Después habló Carolina, una hija que sabe lo que significa reorganizar la vida alrededor de un padre o una madre. Sus palabras fueron claras: sin comunicación entre hermanos, sin acuerdos familiares, el más frágil puede quedar desatendido. Y lo que se resiente no es solo la atención, sino también los vínculos.
La “música distinta” de Ander
Ander aportó otra mirada: cuando conoció a Bihar, escuchó una “música distinta”. Tal vez era la sensación de que alguien estaba intentando hacer las cosas de otra manera, con más cercanía, con más coherencia. Una promesa que, al menos hasta ahora, no se ha roto.
La realidad de Raquel, cuidadora migrante
Y finalmente llegó la voz de Raquel, cuidadora migrante. Su testimonio fue un jarro de agua fría: “cuando llegas a este país llegas sin nada, se trabaja en negro, se te vulneran los derechos”. Detrás de cada cuidado hay una historia de entrega, sí, pero también de precariedad. Raquel nos recuerda que cuidar a otros no puede significar estar desprotegida.
¿Qué sociedad queremos ser?
Al escucharlas, uno siente que el debate no es tanto sobre “qué hacer con la dependencia”, sino sobre qué tipo de sociedad queremos ser. Una sociedad que confía en que las familias, agotadas, se las arreglen solas. O una sociedad que reconoce que el cuidado es una tarea común, que requiere corresponsabilidad, recursos, respeto y dignidad.
Mirarnos en el espejo
Porque al final, hablar de cuidados es mirarse en un espejo. Hoy tal vez estemos en el lado de quienes cuidan; mañana, inevitablemente, estaremos en el lado de quienes necesiten ser cuidados.
Un cierre que resuena
El programa terminó con una frase que aún resuena: Hay que construir un sistema de cuidados digno y sostenible, que reconozca tanto a quienes reciben la atención como a quienes la sostienen cada día.
Digno y sostenible
No es un eslogan, es un horizonte. Digno, porque toda persona merece ser cuidada con respeto. Sostenible, porque no se puede edificar un sistema sobre los hombros invisibles de unas pocas mujeres, casi siempre migrantes, casi siempre solas.
La pregunta incómoda (y necesaria)
Quizás la pregunta que deberíamos hacernos después de escuchar este programa es sencilla y a la vez incómoda: ¿Cómo quiero que me cuiden a mí, cuando llegue el momento?
La respuesta, cualquiera que sea, nos obliga a actuar ahora: a exigir políticas más justas, a repartir responsabilidades, a dar valor al trabajo de quienes cuidan, a abrir conversaciones en nuestras propias familias.
El cuidado como tejido invisible
Porque el cuidado no puede seguir siendo una carga silenciosa, ni un asunto escondido en la intimidad del hogar. El cuidado es, en realidad, el tejido invisible que sostiene la vida de todos.
Y reconocerlo, hablarlo, construir sobre ello, es tal vez la tarea más humana —y más urgente— que tenemos por delante, a pesar de que en la última reunión de presidentes autonómicos en los 14 primeros puntos del día el cuidado no apareciese.